La tarde de pronto se puso gris, como recordándonos que la vida está en constante movimiento, recordándonos que "buenos y malos" tiempos pasan todos por igual. Somos nosotros los que le damos vida a cada instante que vivimos, con nuestras risas y también con nuestras lágrimas. De todo llega siempre una enseñanza, en eso consiste nuestro paso por este mundo, en que vayamos aprendiendo de cada nueva experiencia, por ello no me gusta diferenciar nada como bueno o malo, se trata solo de nuestras vivencias.
En ese sentido y como siempre he dicho, el camino de la fe me ha proporcionado las más grandes enseñanzas, nosotros también somos seres que cambian con el tiempo, no soy la misma persona que fui hace diez años, y tengo la seguridad de que en diez años más, si aún sigo experimentando este viaje que me gusta llamar VIDA, seré una persona completamente diferente a la de esta tarde de lluvia.
Hay mucho que cambia en nosotros, también lo hace nuestra forma de esperar y de pedir aquello que ansía nuestra alma. Me gusta pensar que maduramos con el tiempo, también nuestra relación con Dios lo hace.
Al principio de nuestro camino, nuestras oraciones son un cúmulo de pedidos, pedidos que cambian de acuerdo a nuestros deseos y muchas veces caprichos. Se nos enseña que debemos dialogar con Dios, pero nuestras oraciones parecen hablar más de un monólogo que se refiere solo a las cosas que consideramos nos harán felices, creo que al principio escuchamos muy poco lo que Dios nos está diciendo, pero con el tiempo, comprendemos que él también tiene un plan para nuestra vida, comprendemos que eso no necesariamente implica que jamás nos dará aquello que le pedimos, pero muchas veces sucede que llega en un tiempo distinto o de una forma distinta.
Con los años, comprendes que no necesitas repetir varias veces lo que quieres, porque con una sola vez basta. Sabes que Dios te oye, porque lo has visto un millón de veces, has visto que algo que tú imaginaste para tu vida sucedió, aunque como te dije, de un modo distinto al que tú habías imaginado.
Ese tipo de paz, al esperar aquello que tu alma sabe que necesitas, es a lo que me gusta llamar, la maravillosa magia que circula en el mundo. ¿En el mismo mundo que habitas a diario? Si, definitivamente si!!.
Alguien me dijo una vez que el cielo y el infierno están en este mundo, aunque nunca nadie me dijo que tenemos ambas llaves y nosotros elegimos a cuál ir!!, ¿te sorprende leer esto?, bueno, espera a que te diga que uno puede vivir un gran amor aunque nunca haya visto al amor de su vida en persona, y que es muy probable que jamás llegues a experimentar tal amor, aunque ahora mismo tengas a alguien a tu lado.
Lo que trato de decirte, es que tenemos la posibilidad de vivir la vida que soñamos, pero hay que ser capaces de entender que mucho del trabajo que debemos realizar, se traduce en devolverle el valor y el sentido a todas nuestras vivencias.
Tú puedes pedir que Dios te dé las COSAS que te harás feliz y es muy probable que las consigas, pero también puedes pedirle que te muestre el camino que te conduce a tu felicidad. Hallarás ambas cosas por igual, pero el resultado será completamente distinto, ¿Comprendes lo que te digo?
Si tengo que pedir con desesperación, probablemente no se trate de un deseo que se originó en el alma, porque de ser así, sabrías que basta con pensar lo que quieres y pedírselo a Dios en oración y esperar con fe pero sobre todo, con confianza.
Se trata de disfrutar el viaje, de apreciar el camino, sin preocupaciones, sin prisa, más bien mira tu vida de una manera confiada. Dios sabe lo que esta haciendo, es solo que a veces se hace difícil escuchar en medio del bullicio de la mente.
Disfruta de tu vida en paz, recuerda que el cielo y el infierno están en este mundo y que nosotros tenemos la llave para entrar en ambos, tú eliges cuál de ellas usarás.
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