Tengo la seguridad, de que sabes que casi todos los ríos desembocan en el mar. He de confesarte, que la primera vez que leí sobre esto, sentí tristeza al pensar que una vida moría para formar parte de otra, con el tiempo encontré muchos mensajes que hacían referencia a esto hasta que comprendí el punto de vista que se me mostraba.
Lo comprendí, pero no lo acepté y es que entre otras cosas, aprender a desarrollar el criterio propio, no solo te facilita en la toma de decisiones, también te reafirma en tu autenticidad. Esto no debe confundirse con tozudez, puesto que hay ocasiones; y es indudable, que se esté cometiendo un error.
Sin embargo cuando se trata de interpretaciones subjetivas, tiene mucho que ver con nuestra propia interpretación y esto siempre será el resultado de nuestra propia subjetividad. En este caso en particular, mi interpretación tiene más que ver con el recorrido de nuestro propio camino, un recorrido que muchas veces, las más, implica atravesar un desierto y como bien sabes, algunos desiertos fueron alguna vez, un mar.
En este punto, quiero preguntarte: ¿Cuántos desiertos has atravesado ya?, déjame explicarte la connotación metafórica de mi pregunta. Todos, al menos una vez en la vida, hemos atravesado un periodo (generalmente después de una pérdida) en que el alma se queda en silencio. Al principio no sabemos que nos dirigimos a una transformación significativa de nuestra perspectiva, de nuestra forma de ver y apreciar la vida, recorremos ese tiempo, sin advertir siquiera, que hay algo que esta cambiando en nosotros y "ese algo" implica, las más de las veces, que deberemos dejar morir a una parte de nosotros, para dar paso a una nueva persona. En algunos casos, esta transformación tiene un resultado feliz, pero también sucede lo contrario.
Atravesar el desierto, en el sentido literal de la expresión, es una experiencia que nos prueba en nuestra capacidad de supervivencia, nos sumerge en una inmensidad agreste y desoladora, nos sumerge en una silencio sepulcral, donde solo escuchamos nuestra propia voz y mucha veces, ésta solo se traducirá en pensamientos confusos que escasamente podremos traducir.
La comparación es de utilidad, atravesar el desierto de nuestras vidas, implica sumergirnos a ese yo interior para empezar a construirnos nuevamente, para desarrollar nuevas estructuras mentales, para acomodarnos a la situación inesperada, que exige una nueva versión de nosotros mismos. Esta transformación se desarrolla en circunstancias adversas, lo hace además, cuando estamos inmersos en el trajín de la vida, porque la vida nunca se detiene y es por esto, que a veces, este nuevo yo, no siempre tiene un cambio positivo.
Con suerte, habrás atravesado una sola vez el desierto, pero a veces no es así, ¿cómo saber si lo estás haciendo bien?, no existen fórmulas preparadas, es un viaje único para cada quien, pero existen determinadas pautas que quizá puedan responder de alguna forma.
Lo primero que debes saber es que si adoptas el rol de "victima" te estarás privando de la maravillosa oportunidad de corregir tus errores, recuerda que este viaje lo estás haciendo tú, no servirá de mucho que identifiques errores ajenos.
Procura mantener a flote tu esencia, serás una nueva persona, pero todas aquellas cualidades que forman parte de tu autenticidad no deberían cambiar. Aférrate a ella como la única herramienta que te conducirá hasta el final.
Jamás pierdas de vista, que la vida sigue ahí, intacta, inalterable, con la misma luz que alumbraba tus horas felices, con la misma posibilidad de hallar personas que aportarán de forma positiva, con las mismas oportunidades de felicidad, quizá mucho mayores aún!! Tu nueva perspectiva te hará ver que es así.
Atraviesa el desierto sabiendo que la vida te puso ahí, para que desarrolles nuevas habilidades, para que dejes atrás lo que te impedía avanzar, lo que te impedía ser feliz.
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