domingo, 25 de mayo de 2014

Y TU, SIGUES CON EL BOLETO EN LA MANO?

Amigos, ¿cómo les va?:
Imagínense nada más, ya estamos a una semana de despedir mayo!!!, que les va dejando éste mes?, en lo personal va dejando un tiempo de cicatrizar heridas, de fortalecer más mi espíritu y reencontrarme con ese Dios maravilloso que llena de amor nuestras vidas y va caminando junto a mí incluso en momentos de tristeza. Después de mayo puedo afirmar con absoluta seguridad que el siguiente poema es totalmente cierto.

HUELLAS EN LA ARENA
Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".
Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".


Que semana llena de maravillosas noticias, a lo largo de mis años vividos, he visto a tantas personas cumplir sus sueños, personas que querían casarse y que tuvieron la dicha de conocer a la persona con la cual no solo poder realizar ese sueño largamente esperado sino también compartir una vida, personas que añoraron tener un hijo, bendecidos de tal manera por Dios que hoy pueden tener a sus hijos en sus brazos, personas que pueden vivir dedicándose a aquello que les gusta, tantas bendiciones he visto a lo largo de mi vida...
He visto la vida a travéz de los ojos de estas personas, aquellos para los cuales los días no se terminaron en las épocas grises porque fueron los suficientemente valientes para continuar su camino hasta que llegó el día en que finalmente vieron realizados sus sueños.

La vida es evidentemente una conquista, cada día forma parte de la gran guerra que constituye vivir, en la que irremediablemente se ganan y se pierden batallas, pero la vida es una conquista y hay que saber ganarla, porque lo que esta en juego en nuestra felicidad.

Sin embargo, me gusta pensar que la vida es como un enorme parque de diversiones, todos nos paramos en la fila con nuestro boleto en la mano, para poder ingresar a nuestro juego favorito, vemos como una a una las personas que están delante de nosotros ingresan y se sitúan en el juego de su predilección, entonces los que estamos afuera nos acercamos para ver sus rostros de felicidad, para aplaudir la realización y consecución de sus deseos; ahora cada uno de ellos pasa a vivir la gran experiencia que va implícita en el sueño alcanzado, que a su vez trae consigo sus propios retos y desafíos.

El resto de nosotros, regresamos a ocupar nuestro lugar en la fila es inevitable sentir felicidad por aquellos para quienes la espera ha terminado y ese parque de diversiones llamado vida continúa, mientras esperamos estamos sujetos a todo tipo de problemas e inclemencias, sobrevienen tempestades, largas horas de frío y oscuridad en las que apenas podemos mirar y sentir la compañía de quienes esperan junto a nosotros, a veces la niebla se hace tan densa que creemos estar solos; en otras ocasiones vemos con tristeza a quienes abandonan la fila y desechan su boleto cansados de esperar, no hace falta que se diga en voz alta, pero quienes nos quedamos formulamos una sola pregunta en nuestras mentes: ¿Y si realmente nunca podré ingresar al juego que tanto espero?....

Los días van pasando, nuestros boletos ya están envejecidos, son tantas las veces que los hemos observado, nuestros datos y nuestros requerimientos van impresos en cada uno de ellos, nuestro corazón va en ellos, mientras tanto seguimos viendo a más y más personas ingresar, parece formar parte de un ritual que se cumple con cierta temporalidad, ¿cuándo nos tocará?.

Lo cierto es que no lo sabemos, nuestra imaginación no nos alcanza para poder dar respuesta a esta pregunta, porque de tan solo imaginarlo nuestro corazón se llena de emoción, o de amargura, y es que son tantos los años que empezamos a pensar que tal vez nuestro boleto no era el indicado, que con el correr de de los años y de una espera que consideramos inútil, terminamos por creer que tal vez ese boleto pertenecía a otro parque de diversiones y que esperamos en la fila incorrecta, pero ya somos muy viejos para empezar a buscar nuevamente, simplemente nos invade la amargura, sentimos miedo y mucho pesar.

Para mí la vida transcurre de esa manera, todos caminamos con nuestro boleto en la mano, mientras otros van por nuestro mismo sendero rebosantes de felicidad, ingresar para ellos ya no es un problema ahora se enfrentan a otros problemas, pero el resolverlos lleva la carga implícita de saber que finalmente se encuentran realizando una tarea largamente esperada.

No sabemos cuando nos tocará entregar nuestro boleto, lo que si sabemos es que estamos esperando, y la espera siempre supone paciencia, que la espera pone también a prueba nuestra perseverancia, por ello debemos avanzar revestidos de fe, fortaleza y confianza de que Dios sabe lo que ansía nuestro corazón, recordando en todo momento que Dios jamás nos haría soñar con aquello que sabe que no vamos a tener, como bien decía Santa Teresita del Niño Jesús:

Si Jesús nos da el deseo de algo,
no es para que no se cumpla.

Que esta semana, venga para cada uno de ustedes llena de felicidad. Hasta la próxima.

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