domingo, 26 de abril de 2015

LO IMPORTANTE NO ES TENER ES HACER

Amigos, Bienvenidos!!!:
¿Cómo han pasado estos días?, esta semana concluimos el cuarto mes del año; la rapidez con la que pasa el tiempo siempre consigue sorprenderme, lo curioso es que si nos basamos solo en nuestras vivencias el paso del tiempo parece no ser tan veloz y es quizá debido a este curioso contraste que debemos prestar mucha más atención en la forma en la que invertimos nuestros días y en el conocimiento que adquirimos de cada lección que aparece en nuestra vida.
Por mi parte, decirles que en estos días he sentido particular gratitud con Dios por otorgar felicidad y paz a mi corazón y a mi espíritu, su gracia me ha permitido gozar de estas dos cosas fundamentales, sin las cuales probablemente mi espíritu viviría en constante desasosiego.

Poder mantener la paz en el corazón es fundamental para la salud de nuestro espíritu, lo es mucho más si constantemente estamos expuestos a los males de este mundo (tristeza, injusticia, desunión, violencia, indiferencia, maltrato, etc.).

Cuando se puede apreciar las cosas con suficiente claridad, se puede discernir lo que en definitiva debe quedarse en el pasado. Para poder soltar esa cargas pesadas y continuar nuestro camino, es preciso mirar las cosas con claridad, pero sobre todo poder ver todo lo relacionado a nuestra persona con amor, a partir de ahí las personas, los lugares, las cosas que nos producen algún malestar se verán con mucha claridad.
Cuando decidimos dejar todo en el pasado, es bueno no albergar rencor, ni reprocharnos lo que sucedió, mejor mirar hacia adelante con gratitud, las cosas buenas o malas que sucedieron nos dejaron hermosos recuerdos o grandes lecciones, al final todo sucede para nuestro bien.

Hoy por la mañana, recibí un hermoso regalo, un libro que quería desde hace un tiempo y que no lo encontraba a la venta; las cosas de Dios siempre son así, llegan a nuestras vidas como hermosos regalos en el momento en que él considera que debemos tenerlas. 
Este libro no fue una excepción, llegó para alegrar un poco mi espíritu pero sobre todo para recordarme que Dios siempre esta pendiente de las cosas que queremos.

Les refiero esto, porque amante de la lectura como me considero, he empezado a leer las primeras páginas de este magnífico libro, cuyo título prefiero por ahora no mencionar, en él encuentro lo siguiente: "Estar arriba es exactamente igual que estar abajo, estas en la cima y lo único que haces es mirar al cielo" (R.S. Pratt).

Considero que esta afirmación es cierta, además de estar llena de significados, las personas pasamos demasiado tiempo tratando de escalar nuestra propia montaña, cada uno sabe cuál es la cima de su montaña, nos pasamos la vida persiguiendo sueños, ilusiones, deseos, objetivos, proyectos; para cuando los tenemos, cuando los vemos materializados, realizados, nos damos cuenta que la respuesta no estaba en la cima...

Al llegar somos los mismos que cuando empezamos a escalar, quizá con un cúmulo de malas experiencias, quizá con recuerdos de personas que dejamos atrás a las cuales apreciábamos mucho pero que sencillamente no iban de la mano de lo que nosotros buscábamos.
Llegamos para constatar que la respuesta de nuestra infelicidad, de nuestras preocupaciones, de nuestro ser no se encontraba en la montaña, se encontraba donde siempre estuvo.... en Dios.

En ese magnífico mundo interior, lleno de emociones, lleno de esperanza, de felicidad, de amor que da cada paso junto a nosotros, en esa belleza visible para los ojos del espíritu. No resulta incomprensible esa frase que cité líneas arriba cuando empezamos a ver el mundo con los ojos del alma.

¿Cuándo perdimos la perspectiva?, ¿cuándo nos dejamos llevar por las distracciones de un mundo tan ausente de Dios?.... No digo que uno como ser humano no tenga una montaña ante sí, todos la tenemos porque nuestra misión es única y particular en este mundo, a todos nos toca seguir adelante llevando nuestro conocimiento, poniéndolo al servicio de Dios, porque sin ello nuestra vida no tiene sentido.

"Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos" decía Luís Espinal, en ese magnífico escrito que lleva por título "Gastar la vida", nuestra vida cobra sentido cuando descubrimos la maravillosa experiencia de ser humanos, cuando empezamos a ver nuestra vida no desde el "tener" sino del "hacer" porque Dios nos puso a este mundo para que seamos sus herramientas, para sepamos enfrentar las embestidas de la vida y no son los lujos, ni el poder, ni el dinero lo que hará que nos sintamos fuertes.

Son las cosas con las cuales alimentamos nuestros espíritus lo que nos prepara para la inevitable llegada de esas horas grises, en las que nuestra naturaleza humana se pone de manifiesto en toda su pequeñez, en toda su sencillez.
El hombre ha negado tanto a Dios, que ha llegado a creerse Dios para muchos otros, se ha vestido de poder, se ha vestido de dinero, se ha sentido tan todopoderoso encaramado en sus lujos que ha perdido el rumbo, la caída de su fantasía es indudablemente mucho más dura cuando constata por sí mismo que nada puede hacer cuando esa horas grises llegan.... entonces como un vago recuerdo de una infancia ya lejana, la presencia de Dios se hace más evidente.

No cabe duda que estar arriba es igual que estar abajo, porque no somos nada lejos de Dios; evidentemente esas horas grises lo único que hacen es poner de manifiesto nuestra pequeñez porque nada somos frente a la inmensidad de Dios.

Poner nuestras vidas a su servicio, no significa encerrarnos en un monasterio, en un convento, significa vivir nuestras vidas sin perder de vista que somos "humanos", que nuestra fuerza no radica en las cosas materiales más bien lo hace en las cosas espirituales, la parte viva de nuestro ser que permanecerá inalterable cuando la inevitable muerte nos alcance. Son las cosas que hicimos lo que habla y hablará de nosotros.

Espero que la gracia de Dios permita que sus corazones se abran a su amor, que puedan ver la belleza de su amor en este mundo que puso en nuestras manos. 
Les dejo con esta preciosa oración de Luis Espinal, . Hasta la próxima.

GASTAR LA VIDA

Jesucristo ha dicho: “Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mi, la recobrará en el vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía...

Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no paguen; hacer un favor al que no va a devolver;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el sacrificio, y buscar la seguridad.

Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa teatralidad.
La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua de la vertiente,
como la madre da el pecho al niño, como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible
está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando
en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.




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