domingo, 18 de marzo de 2018

... Y UNA DE ELLAS ERES TU!!

Transitar los días que conforman nuestra vida, no es cosa sencilla; por tanto ante la hora de la dificultad es bueno pensar que muchas veces el verdadero éxito consiste en sobrevivir a un solo día. Se ha hablado, escrito, escuchado mucho acerca de vivir el día, el hoy, el presente y creo que nunca nos cansaremos de ello, porque sencillamente es cierto. No hace falta ir muy lejos o investigar profundamente sobre esta verdad, la constatamos día con día en las cosas más pequeñas, quizá sea por eso que no las tomamos como muy sobresalientes (ese mal de la humanidad que toma lo pequeño como irrelevante); ¿a quién no le ha pasado que haya fijado una cita con tiempo de anterioridad y un día antes o minutos antes se posterga o se cancela?, son esos pequeños eventos que no fueron dejados al azar los que nos recuerdan que el futuro no debe quitarnos el sueño, los días que vendrán lo harán cuando deban hacerlo y pasaran como deban hacerlo.

Vivir el presente como lo que realmente es, un regalo que se nos da cada mañana y estar conscientes de ello tiene mucha mayor trascendencia de lo que alcanzamos a imaginar en este mismo momento.
Abrazar la vida cada día no es solo dedicarte a vivir  tu vida y no me malinterpretes es maravilloso que tú mismo sean tu prioridad pero la vida incluye la de muchos otros con quienes coincidimos en el camino.

Personalmente no creo en la coincidencia, creo que todo sucede por una razón; también las personas que se cruzan en nuestro camino lo hacen por una razón. Eso hace que de alguna manera nos hagamos conscientes de la importancia que tiene nuestra vida y la trascendencia en la vida de otros.
¿Cómo puede ser esto? como siempre la respuesta a las más grandes preguntas es muy sencilla: Somos responsables del rumbo que toma el mundo y todo aquello que vive en él.

Estamos cerca de culminar la cuaresma, ¿qué tiene que ver esto con lo que venimos tratando?; bueno, me gusta pensar que hay que darle vida a la palabra muerta, en este sentido la fe no esta muy lejos y si tú te consideras una persona de fe, entonces comprenderás que la mayoría de las personas se han mal acostumbrado a vivir la fe en un cúmulo de oraciones y celebraciones que escasamente llenan de sentido su alma.
En su generalidad se cree que Dios es quien debe hacer todo, le pedimos, le pedimos todo el tiempo todo aquello que queremos y en realidad para Dios nada es imposible, pero ¿estamos conscientes de que Dios ya hizo algo muy importante?: DIOS TE HIZO A TI.

Quiero que pienses en esto, en los feriados que están por llegar por la celebración de la semana santa,  en todo aquello que hayas decidido hacer, ya sea que viajes, que asistas a un programa de celebración en particular, cuando estés a solas, cuando tengas tiempo, piensa que DIOS TE HIZO A TI, para que tu vida también sea la manifestación de su grandeza.

¿Qué pasa cuando vemos algo que no esta bien?, ¿qué pasa cuando hacemos daño a otra persona?, ¿qué pasa?, pasa que a lo mejor no estamos tomando la responsabilidad que nos corresponde. Hay muchos escenarios duros, difíciles que se viven en nuestro mundo, tanto afectan nuestra alma que a veces nos preguntamos ¿dónde esta Dios?, pero Dios esta en ti, esta en todo lo que tú puedes hacer por alguien más.
No te digo que ahora salgas y termines con la miseria que hay en el mundo, pero sí te digo que siempre y en todo momento lleves el BIEN  contigo, que tu vida cause bienestar no solo para tí, hazlo también en la vida de aquellos que se cruzaron en tu camino, que las personas que ya no estén más junto a tí piensen que fue una bendición que te cruzaras en su camino y no al revés. Tal vez no hagas que desaparezca la miseria que hay en el mundo pero tal vez puedes hacer que desparezca la miseria espiritual de una sola persona.

En la proximidad de las siguientes celebraciones, en tus horas de oración, en el silencio de tu alma, en tu día a día, recuerda que Dios puede hacer grandes maravillas Y UNA DE ELLAS ERES TU, toma protagonismo de la increíble vida que él ha puesto en tus manos, que para ser una persona de fe, basta con darle vida a la palabra muerta.




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