Todo tiempo es un tiempo de aprendizaje y esta semana no fue la excepción. Lo que aprendí recientemente tiene que ver con aquello a lo cual uno presta "atención". Hay una frase de Nietzsche que siempre viene a mi mente cuando pienso en el tema de la atención:
"Si tú miras al abismo, el abismo mira a tí"
Tú sabes que me gusta ilustrar lo que escribo con ejemplos de la vida sobre situaciones reales que se van presentando, en esta ocasión déjame contarte que tuve la oportunidad de conversar y de alguna manera acompañar a una persona que sufrió un "ligero" golpe en la espalda. El hecho de que haya resaltado la palabra ligero, no es aleatorio, pues esta persona no sufrió un accidente de consideración, pero visto desde su perspectiva, esta persona "sintió y pensó" que fue un accidente gravísimo. Personalmente, jamás discuto con las personas sobre sus impresiones con relación a algo, pues la mente de cada persona suele contar un relato completamente distinto para una situación determinada. Este era el caso.
Por desgracia, la salud de esta persona fue complicándose con una rapidez sorprendente, al punto que ya no soportaba el dolor, el mismo que había llegado con otras complicaciones, razón por la cual y como es evidente fue al médico, quien después de realizar los análisis y estudios necesarios, concluyó que no existía razón alguna para preocuparse, le receto analgésicos y nada más.
Lo cierto es que esta persona no mejoro con el tiempo a pesar de que el dolor había reducido considerablemente, la razón era que esta persona simplemente no creía que "estaba bien", pensaba que "tenía" algo y que el médico y todas las personas que le decían que estaba bien, se equivocaban. Como consecuencia la mejoría no llegaba.
Después de conversar con esta persona, procuré que se pregunté ¿por qué no creía que estaba bien?, cuando en realidad contaba con un buen diagnóstico y las molestias empezaban a disminuir. Tras largas conversaciones, pude conseguir que empezara a considerar que realmente no se había hecho nada grave y que poco a poco empezara a creer que estaba bien.
Esta experiencia, me llevó a preguntarme seriamente, ¿en cuántas ocasiones no soy capaz de ver cuál es la verdad? o ¿cuál es la verdad que elijo creer?. En el libro "El Poder de Confiar en Tí" de Curro Cañete, esta una frase que viene a mi mente constantemente:
La verdad, es aquello que tú crees
Esto es algo que empiezo a considerar con seriedad, pues si uno cree que el mundo es un lugar hostil o que en el ya no hay personas buenas, entonces ¿cuàl es la verdad que estoy eligiendo? y lo que es más importante de todo, ¿cuál es la repercusión que esta teniendo en mi?.
¿Por qué simplemente no somos capaces de creer que todo esta bien, cuando todos a nuestro alrededor nos lo dicen?, quizá sea; porque en buena medida hemos pasado años condicionando la mente a vivir en un permanente estado de alerta, un estado de permanente supervivencia. Quizá hemos pasado años condicionando nuestros días y nuestra existencia a un mecanismo de defensa para todos los "problemas" o "dificultades" que se nos presentan.
Cambiar este modo de existir, requiere de tanto tiempo como el que hemos estado viviendo de esa manera, por lo que no se trata de algo que a simple vista parezca sencillo, a pesar de ser una verdad muy sencilla.
De nuevo, haya que considerar que la vida no es tan compleja como lo "pensamos", quizá los complejos somos nosotros y el solo admitirlo nos lleva un paso más cerca de ver cuán simple es ser feliz.
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