domingo, 6 de marzo de 2022

LA PERSONA QUE SOLIAMOS SER

No sé exactamente cuándo empezamos a extrañarnos a nosotros mismos, aún no he descubierto cómo es que sucede, o cuándo sucede; lo cierto es que uno llega a cierta edad y se da cuenta que no es la misma persona que solía ser en otros tiempos. En este momento, estarás pensando que lo único que sucede es que el tiempo ha pasado, que uno no es el mismo que solía ser en la juventud, pero ¿qué pensarías si te diría que he visto ancianos extrañar la persona que eran hace tan solo un par de años atrás?.

Comprendo y estarías en lo cierto, la mirada de la vida que se tiene en la juventud, es completamente distinta a la que se tiene en la vejez, creo que somos distintos de los que éramos en el pasado, no solo por la madurez que confieren los años, también por las experiencias que hemos atravesado pero existen ciertos rasgos de la personalidad que se pierden con los años. ¿esto es bueno, es malo?, creo que va igual según sea el caso.

Comencé diciendo que no sé exactamente, cómo es que uno pierde u olvida los rasgos de su personalidad que en el pasado le llevaron a dar pasos seguros, que lo condujeron a vivir experiencias enriquecedoras, experiencias que lo condujeron a su destino en su faceta más positiva, pero lo que sí sé es que el dolor asociado a esa pérdida fue lo suficientemente fuerte como para dejar morir una parte de nosotros.

Todos, absolutamente todos, hemos sentido esa "gran ola" en nuestras vidas, en las que tuvimos la impresión de que todo estaba saliendo exactamente como lo habíamos soñado, entonces; sin darnos cuenta, nos enfrentamos a una mala época, por lo general una gran pérdida; quiero aclarar que no siempre se trata de un ser querido, bien puede tratarse de un trabajo o de un divorcio, etc. Recuerda que uno atraviesa el proceso del duelo de muchas maneras y el duelo siempre va a estar marcado por el dolor ante una gran pérdida.

Esto es lo que yo llamo, "el monstruo de nuestras vidas", porque sencillamente nos enfrentamos a algo gigante, que requirió que midiéramos fuerzas y pusimos tanto de  nosotros mismos que sí, conseguimos salir adelante, pero arrastramos con nosotros mismos, tanto dolor que fue inevitable no ver morir a parte de nosotros mismos. Esa parte que en la mayoría de los casos representaba lo mejor de nosotros mismos, se marcho silenciosamente, ni siquiera nos dimos cuenta que ya no éramos los mismos...

Hasta que un buen día, enfermos del alma y del cuerpo empezamos a preguntarnos ¿qué fue de las personas que éramos entonces?

Uno va cambiando imperceptiblemente, va perdiendo aquellos rasgos de su personalidad que lo llevaron a vencer esa "mala época";  esto no se trata de la edad, no se trata del tiempo, se trata del dolor que se produjo en ese tiempo, uno lo suficientemente grande como para lograr hacernos dudar de nuestras propias decisiones, empezamos a preguntarnos qué fue lo que hicimos que mereciéramos que nos hubiera ocurrido "eso" y nos juzgamos con tanta dureza que por toda respuesta preferimos enterrar a la persona que éramos entonces, en nuestra mente empezamos a alimentar que "si no hubiéramos sido así..." no nos hubiera pasado eso.

Te puedo asegurar que las personas que te aman fueron capaces de ver el cambio, quizá al poco tiempo, entonces ¿por qué no fuiste capaz de hacerlo tú?, sencillamente porque todo recuerdo de aquella época te producía tanto dolor, que preferías simplemente no pensar en ello. La verdadera pregunta es, ¿por qué no fuimos capaces de vernos con el mismo amor que nos veían los demás?

Llega el tiempo en el que inevitablemente tienes que recordar, porque esos rasgos de tu personalidad, que te hacían ser "esa" persona capaz de enfrentar lo que fuera necesario, que te hacían ser "esa" persona que transito contigo esa "gran ola", era la mejor parte de ti, solo que no pudiste con la culpa, con los errores que cometiste, pero déjame decirte esto, puede que cometieras errores, pero definitivamente no en la medida en que tú lo consideraste.

Fuiste el juez más severo que pudiste ser contigo mismo y por ello el dolor se hizo más grande, porque a la pérdida le siguió el castigo y ese castigo fue tan severo que con el tiempo te hiciste una persona tan insegura que empezaste a sentir miedo de tus propias decisiones, de todo aquello que "pudiera" ocurrir y esa inseguridad solo te llevó a enfermarte y es que tu alma ya estaba enferma.

Sin embargo, esa persona que fuiste aún descansa dentro de tí, detrás de toda esa inseguridad. Esa persona que en su tiempo te llevó a vencer las adversidades aún continúa dentro de tí, aguardando que la recuerdes, que la traigas a tu presente y solo conseguirás hacerlo mirándote con amor, perdonándote con amor.

Tú ya viniste con las herramientas necesarias para construir tu propia felicidad, los malos tiempos solo se presentan para que mejores esas habilidades, no para que las olvides. Reconcíliate con la persona que solías ser y abrázala, felicítate por todo el tiempo que enfrentaste y alégrate por todo el tiempo que pasaste, esa es la única manera de sanar el alma y verás como todo, como si se trataran de las piezas de un rompecabezas, irán encontrando poco a poco su lugar.







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