Hoy he recordado este poema:
TUS HIJOS NO SON TUS HIJOS
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.
Khalil Gibran
Mi padre solía repetirlo en cada nueva generación de graduados que salían como flechas a enfrentar el mundo. Un hermoso recordatorio para los padres. Este poema ha venido a mi mente en los últimos días y me ha parecido bueno compartirlo con ustedes sobre todo si están en el noble ejercicio de la paternidad.
Creo con absoluta seguridad que el rol de padre, es por mucho, el más difícil de llevar adelante; son tantos los desafíos que se enfrentan, con la enorme responsabilidad de formar al adulto que se enfrentará a la vida el día de mañana, y al igual que el poema, a ese mañana no se llega, porque le pertenece a ellos, se cifra en el recorrido de su propio camino.
Se hace tan necesario recordar esto, pues a veces uno peca por querer evitar errores y sufrimientos a los hijos, cuando son esos mismos errores y esas mismas caídas las que proporcionan el conocimiento que ellos necesitan para recorrer su propio camino, no recorrerán el tuyo, tu ya lo hiciste, ellos también tienen derecho de recorrer el propio, aunque a veces eso suponga que los veas caerse en más de una ocasión. Solo recuerda que lo importante no es la caída, es la forma que se tiene de ponerse en pie.
Acompáñalos en sus caminos, pero nos los recorras por ellos, hay mucho más de hermoso en caminar junto a ellos, porque te da la posibilidad de ver el trabajo que has hecho en ellos. Hay tanta satisfacción en la persona que hace el violín, como en el que toca la melodía con él.
Si estas llevando adelante el oficio de ser padre; esfuérzate por señalar el camino, halla gozo en sus triunfos y ayúdale a ponerse de pie. Los años de plantar y echar raíces pasarán, entonces te tocará observar cómo esa planta se erguirá sola junto a tí; y tú mirarás su crecimiento con la esperanza de que que el trabajo que hayas hecho, dé buenos frutos.
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