Este domingo se ha encendido la vela del segundo domingo de adviento y con ella nos invita a reflexionar sobre la fe, siempre he de pensar que esta palabra es una palabra muy pequeña para el enorme significado que encierra.
A estas alturas de mi camino, sería completamente imposible separar mi vida del camino de la fe, sé que aún me falta mucho por aprender en ese sentido, pero qué sería la vida si uno no se esforzaría por aferrarse a todo aquello que le hace bien. La fe ha sido para mi, ese faro que me ha señalado el camino en momentos de oscuridad.
En tiempos en que hace falta rodearse de luz, esperar la venida de Dios, como una promesa de tiempos nuevos llenos de esperanza y porque no, de felicidad; se hace necesario hacer un viaje introspectivo, y mi propuesta es esta, que reserves un tiempo, largo o corto, cada día, para reencontrarte con esa luz que ilumina todas las oscuridades, que renueva todo a nuestro paso y nos presenta con la mejor versión de nosotros.
Transita este tiempo con la esperanza y la fe, como tus principales herramientas para andar un camino, quizá hasta ahora desconocido. Deja atrás toda herida que se haya podido producir en el pasado, aún si este pasado se reduce a unos cuantos días atrás. Recuerda que la navidad es un tiempo de regalos, regalos que nosotros le hacemos a Dios y él también se hace presente con muchos regalos para nosotros. No es una cosa de niños, porque las personas mayores también los merecemos, solo que los nuestros se traducen en cosas intangibles que le hacen bien al alma y es eso lo que espera también Dios de nosotros, que lo recibamos con un espíritu renovado.
Puede que este no sea un tiempo más como cada año, tengo la esperanza de que este será el tiempo en que tú puedas despertar a ese mundo lleno de luz al que siempre estuviste destinado.
Donde el alma sonríe, ahí es
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