domingo, 14 de enero de 2024

UNO APRENDE A SER FUERTE

Cuando una persona fallece, recordamos la fecha en que sus funciones vitales cesaron, en que su corazón dejó de latir, pero últimamente, he estado preguntándome ¿cuándo, exactamente, uno empieza a morir? Desde hace varios años que me dedico a acompañar a las personas, en su manejo y mejora de su salud emocional, creo que por esto y en atención a experiencias pasadas, es que he reparado en esto.
Jamás me ha gustado limitar la vida, a simples escenarios como "éxito" o "fracaso", son las lecciones y las experiencias los que enriquecen nuestra vida y van mejorándonos con los años; pero en esta oportunidad, considero justo, decir, que es un verdadero éxito llegar a ese último día con el alma y el cuerpo en la misma dirección.

Con tristeza, debo admitir que en muchas ocasiones, el alma empieza a morir casi inadvertidamemte y lo hace con las "malas experiencias", con el sufrimiento, con la desesperanza, etc Las personas, casi en su generalidad, realizan una mala gestión emocional y la razón es bastante obvia: Nuestra vida, aquella que percibimos de una forma tangible, ocupa casi todo nuestro tiempo.

Atravesar por una "mala" época de nuestras vidas, a veces nos marca más de lo que nos gustaría admitir; uno puede mostrarse ante el mundo, fuerte, pero quizá esa sea una máscara más que elegimos utilizar, a veces enterramos demasiadas cosas en el alma, creo que abusamos del hecho de que las coas del alma nadie las ve, y esa es otra de las más grandes mentiras que nos contamos.

Con los años he aprendido a reconocer toda esa emocionalidad aparentemente inexpresada, en un cúmulo de gestos, reacciones e incluso palabras que utilizamos sin darnos cuento, no es extraño en absoluto, somos seres integrales (mente, cuerpo y alma), reconocer estas formas de pedir ayuda, tampoco es un lenguaje rebuscado, el problema es que ya nadie ve a las persona, con los ojos del alma.

Con los años, todo aquello que nos lastimo y que no supimos manejar, va ahondando una herida que poco a poco va apagando nuestra luz interior, el alma se va muriendo ante nosotros, y nunca hacemos nada al respecto, quizá porque nosotros también nos contamos el cuento de que somos "fuertes" y podemos con ello.

Recuerda esto: Es mucho más fácil gestionar la emocionalidad de una forma saludable, en lugar de esconder nuestras heridas, nuestros "fracasos", nuestras caídas. Podemos empezar por reconocer que lo que consideramos "errores", "mala suerte" o "fracaso" son solo lecciones, algunas muy duras s{i, pero al final son solo lecciones y las lecciones son en suma, todas buenas, porque nos hacen ser una mejor persona. Uno a prende a ser fuerte, actuando, no solo repitiéndoselo.



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