Todos a su tiempo, transitamos dificultades, tiempos en los cuales el espíritu se pone a prueba, pero como tu ya sabes, es en tiempos así, en los cuales atesoramos las más grandes lecciones.
Ahora bien, hay un tiempo a lo que llamo "la noche oscura del alma" en el que el espíritu prueba todas sus destrezas, todas las lecciones aprendidas. Este es un tiempo muy difícil de atravesar, no porque no se pueda o no tenga fin, más bien es eso, que la salida depende absolutamente de nosotros.
Como bien sabes, son las luchas espirituales, las más difíciles de vencer, porque no hay más actores que uno mismo.
La "la noche oscura del alma", nos lleva a enfrentar la pelea desde nuestros pensamientos, que es donde realmente se produce la pelea; la dificultad que creemos enfrentar, se inicia en la mente primero, como respuesta a una situación externa que nos afecta al punto, que nos intranquiliza y nos roba la paz. No podemos dejar de pensar en ello, porque por lo general, esta situación encierra muchos aspectos que son muy importantes para nosotros.
Es esta relevancia precisamente, la que nos atormenta en nuestra mente, porque no somos capaces de restar importancia a la situación, no dejamos de pensar en ello, en todo lo que esta mal, y en nuestra incapacidad para hallar la solución.
Esta impotencia agiganta pensamientos negativos, en su mayoría carentes de realidad, carentes de objetividad, porque es el miedo y la tristeza la que hablan a travez de ellos, como los gigantes, que no son otra cosa que molinos de viento.
Pues bien, déjame decirte que hay mucho que sucede en la mente, que afecta nuestro modo de actuar, es como una enfermedad que poco a poco va socavando el alma, al punto que ya no somos capaces de disfrutar la vida, nuestra vida.
¿Qué se puede hacer?, ejercitar la escucha, abrirnos a lo que las personas que nos quieren, nos están diciendo, poner todo de nuestra parte, para ver a travez de los demás, lo que no somos capaces de ver por nosotros mismos.
Saber escuchar a los demás, es una cualidad que muy pocos tienen, pero créeme cuando te digo; hay momentos de la vida, como el que te acabo de describir líneas arriba, en los que no somos capaces de ver con objetividad, aquello que nos atormenta.
Solo recuerda que el amor sana, y que el amor de aquellos que nos llevan en su corazón, tiene el inmenso poder de sanar nuestras heridas más profundas, también ese amor, tiene la capacidad de llevar luz en medio de la oscuridad de nuestros pensamientos.
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