Particularmente, no soy de las personas que reciba a bien cuando alguien se va, cuando yo debo dejar un lugar o en fin, cuando algo termina.
Sin embargo, recientemente escuché una reflexión que me dejó en qué pensar (como bien sabes, le doy la bienvenida a todo lo que me invita a pensar y reflexionar).
Sin embargo, recientemente escuché una reflexión que me dejó en qué pensar (como bien sabes, le doy la bienvenida a todo lo que me invita a pensar y reflexionar).
La misma se enfocaba en el hecho de dejar ir personas , momentos o lugares, porque todo ello pertenece a una persona que ya no eres y es por tanto la vida diciéndote que es tu tiempo de seguir adelante y esto precisamente es lo que estuvo paseando por mi mente varios días.
Jamás había pensado en el otro lado de las despedidas:
LOS QUE PASAMOS SOMOS NOSOTROS!!!
Como bien sabes, nosotros no somos los mismos de años atrás, por lo tanto no son los lugares, no son los eventos, no son las personas que se van, somos nosotros quienes nos despedidos, dejamos atrás un tiempo al cual ya no pertenecemos, como cuando siendo niños debemos desechar nuestro viejo par de zapatos porque ya no nos queda bien y es en este punto que deseo concentrarme.
El tema de tener que despedir o dejar ir algo que es importante, es que casi siempre lo hacemos con la tristeza como consecuencia lógica del cariño que depositamos en ellos, pero casi nunca reparamos en que ya no nos encontrábamos en condiciones óptimas, porque todo ello formaba parte de la vida de una persona que ya no somos.
Abraza el tiempo nuevo que se abre ante tí y despide lo pasado con gratitud, por lo vivido, las enseñanzas que te llevaron a ser quien eres hoy y los momentos felices que abrigarán tu corazón en tiempos de dificultad.
Cuando sientas que la tristeza de su recuerdo quiera instalarse en tu corazón, despídela en paz, porque no hay sitio para ella.
Sigue adelante, con la convicción, de que a donde quiera que vayas, será solo otra parada más, hacia tu destino final.
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