Nuestra vida en la actualidad de nuestros días, es el resultado de las decisiones que hemos tomado, cada decisión, nos ha traído hasta aquí. ¿Qué opinas de esto?, te lo pregunto, porque sucede mucho más a menudo de lo que nos gustaría reconocer: Buscamos culpables fuera de nosotros, preferimos de propia voluntad, creer que hay "alguien" ahí afuera, que es el culpable de que no estemos como nos gustaría.
Si fuimos despedidos de algún trabajo, el culpable es el jefe, algún compañero de trabajo, etc., si nuestra pareja se alejó de nosotros, fue por todo aquello que no fue capaz de cambiar... podríamos mencionar muchos más aspectos de nuestra vida que no están o no marchan como imaginamos, pero sabes, esta vida es tuya y no hay nada que pueda pasar fuera de nosotros, que tenga la capacidad de modificar en modo alguno, el proyecto que trazamos para nosotros, salvo que lo hayamos permitido. No hay culpables más que nosotros mismos.
Puede que a estas alturas, te sea difícil comprender lo que te digo y es que es muy difícil aceptar, que esta vida, que apenas reconoces, la hayas construido tú, pero es cierto.
Somos energía y es esa misma energía la que muchas veces se traduce en obstáculos que "encontramos" en el camino, sencillamente porque nuestra alma conoce nuestro camino, y hay un conocimiento interior que guía nuestros pasos hacia el camino que debemos tomar.
Recuerda que de todo lo que experimentamos: aprendemos. Los aciertos y los errores forman parte de nuestro camino, todo lo que dejamos atrás, lo hicimos por elección!! Personas y lugares que no contribuían al destino al que nos dirigimos.
Es parte de nuestra madurez espiritual reconocer que hay mucho de lo que hoy tenemos o carecemos que fue propiciado por nosotros mismos. Porque tales elecciones nos conducen al camino que debemos seguir. A la luz del conocimiento del alma, no existen los caminos "cerrados", son solo experiencias que se traducen en lecciones que luego se traducen en la vida que vamos construyendo día a día.
Abraza tu camino, recórrelo sin miedo, sabiendo que nada ni nadie tiene la capacidad de alterar tus pasos, salvo tú mismo.
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